viernes, 2 de octubre de 2015

Con heridas a estrenar...



Debo admitir que la noche aún me envenena
que me aferro a esa caricia 
que me lame el paladar
que decido con la sangre, 
que no mide, ni escatima
me transforma la tormenta
que despierta al arrabal.

Muchas veces me emborracho en pupilas clandestinas
de promesas vomitadas
en la barra de algún bar
mido en whisky las distancias
entre el cielo y el infierno
entre el arte de observarla
y empezarla a devorar.

Y aunque soy un caballero, sé olvidarme los modales
y en las noches de subastas
el que gana es mi chacal
que desgarra piel y carne
y da tinta a este tintero
que me brinda poesías
y heridas a estrenar.

Y la noche se hace día, y se mueren las leyendas
la condena inevitable
de la efímeridad
que devuelve a dos extraños
a lo gris de sus rutinas
el amargo desenlace
de olvidarse y no apostar.


Karma Rocker
(en esta puse tinta y foco)

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